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viernes, 3 de septiembre de 2010

Identidades transitadas; el derecho al cuerpo y la imagen

Por Manuel Antonio Velandia Mora
Alicante, España

Esta exposición más que pretender mostrar fotografías de muñecas transexuales quiere posibilitar una reflexión sobre la vida, los derechos y la vivencia del cuerpo como parte del ejercicio del Derecho a la autonomía, a la propia anatomía, a una identidad o no tenerla, reconstruirla, cambiarla o transitarla y también a la imagen que se quiere de sí mismo/a.

Las barbies® son una excusa, un pre-texto que moviliza la discusión en torno a un tema del que poco se desea hablar, tal vez porque nos negamos a aceptar o otro como un auténtico otro, pero ello no es posible si no reconocemos que nosotros/as mismos/as transitamos en la búsqueda de aquello que siempre hemos querido estar siendo, aquello que nunca alcanzamos porque igualmente es tan móvil como lo somos nosotros/as mismos/as.

Hay seres que a la sociedad le gustaría negarles su existencia y por ello termina volviéndolos invisibles. Aquellos que no caben en el molde, suelen ser aislados, muchas veces contra su voluntad. La sexualidad, aun cuando es una experiencia eminentemente humana, suele observarse en otras realidades de la naturaleza, verse representada en ciertas construcciones naturales o artifíciales construidas por el ser humano.

Las muñecas pertenecen al mundo de la irrealidad, pero especialmente las Barbies®, perversas y sexuadas en sí mismas, pertenecen a ese mundo de la irrealidad aún más irreal, a esa cotidianidad plagada de cuerpos imposibles que olvida que otros cuerpos son posibles; que existen cuerpos normales y reales: cuerpos que transitan, cuerpos que desean transitar, cuerpos travestis, cuerpos transexuales, cuerpos intersexuales; cuerpos que se suelen negar, cuerpos que nos negamos a ver, cuerpos que se invisibilizan como una forma de negar la existencia a esos seres que nos son extraños, no porque lo sean sino porque nos negamos a aceptar la diversidad, la unicidad y la particularidad.

Muñecas y muñecos llevan consigo una comunicación no verbal, sensual y sexual en las que se representan a esas otras mujeres y esos otros hombres que son deseos frustrados impregnados de consumismo, en los que la belleza perfecta y el silencio absoluto nos permiten la mediación que en la realidad nos negamos o nos obligan a negar, entre lo interno y el contexto.

La exposición nos recuerda que “solemos ver falos, vulvas, anos, tetas, cuerpos allí donde no existen, allí donde los caprichos de la naturaleza o de las construcciones humanas nos permiten divagar, observar y gozar sin tener que referenciar a los seres reales, sin tener que dar explicaciones sobre nuestra propia existencia o la de los seres a los que amamos o a los que rechazamos, esta es una obra, que como ya lo decía Da Vinci, nos invita a repensar y repensarnos en el cotidiano pues hay que contemplar, hay que pensar... Quien piensa poco, se equivoca mucho.

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