Durante la
apertura de la exposición SexLand Territorios de la
Sexualidad, en la Sala El Sotano Coworking, desde antes que se iniciara el ingreso del público, el
fotógrafo-performer Manuel Antonio Velandia Mora estaba frente al tocador
siendo maquillado por la caracterizadora Rosa López Oliver,
a partir de una idea de Lorena Yago, según la propuesta del artista para el
performance Amores
difíciles, tiempos de chat.
El trabajo fotográfico de Velandia que se
presenta en la exposición retrospectiva SexLand “los territorios de la
sexualidad”, se ha producido en torno al amplio espectro de la vivencia de las
masculinidades, como un “Queer Photoethnography Study” al que el autor ha denominado
“Transgressive Masculinities: The body represented and acted”, que se enmarca
en la línea conceptual de la “Photoethnographic Researchers &
Photoethnographies”.
Como parte de la apertura de la exposición
Velandia presenta una performance en la que reflexiona sobre el proceso Cross-dressing; fruto de la unión de
“cross” (cruzar, pasar, atravesar) con “dress” (vestido, ropa) esta practica consiste
en el hecho de travestirse o adoptar la indumentaria propia del otro género en
determinados momentos, generalmente de intimidad, por diversión o disfrute
sexual y en este caso como una manera de reafirmar conceptualmente lo que el
fotógrafo muestra en varias de las imágenes exhibidas en SexLand.
La performance se inicia con el artista
vestido con albornos azul acompañada de chancletas del mismo tono, su cabello
es igualmente azul. La maquilladora Rosa López Oliver rasura media
cabeza del artista, durante este proceso el público va ingresando a la sala.
Los fotógrafos y video artistas presentes realizan
imágenes de las trans-formación.
Rosa, procede a ocultar la ceja izquierda
del artista y a construir una nueva cuyo arco recuerda las líneas de las cejas
femeninas.
Con un pequeño compresor de color fucsia, la
maquilladora usando un aerógrafo maquilla en versión femenina medio rostro de
Velandia. El proceso se centra en uno de los ojos maquillándolo en tonos
ahumados.
El fotógrafo, se incorpora de su silla,
camina entre el público y actúa un pedazo de texto de la obra teatral de su
autoría “Nunca nos dijimos mentiras”:
¿Sabes que
sentí?
Y sabes que
sentí
pero por un
minuto solo,
por un
minuto solo nada más
sentí que no
era tú
que tú no
eras yo
En un minuto
solo descubrí
que hay algo
en ti
que hace que
no podamos ser.
En un minuto
solo descubrí
que yo
estaba en ti,
que tú
estabas en mí,
que yo no
era tú,
que tú no
eras yo.
El proceso de maquillaje continúa,
ahora la versión femenina del artista se acentúa y culmina con el maquillaje de
medio rostro, de media boca.
Nuevamente camina entre los asistentes,
luce unos enormes tacones de 17 centímetros, y con una vos fuerte, marcadamente
masculina dice:
Ahora no me vengas a decir lo que me dicen todos, que en mi casa me
mimaron y que por eso soy así, que siempre estuve pegada a las faldas de mi
mami y que por eso soy así, pero que una tiene remedio y que lo mejor que hay
es una mujer.
Yo les contesto: regio, de acuerdo si la mujer es lo mejor que hay,
entonces ¡Yo quiero ser mujer!
Porque mi verdadero nombre es ¡Carmen! la de Bizet…
Jajajaj ¿si vieras la cara que ponen con lo de Carmen?
Una enorme y altisonante carcajada
invade el espacio, una carcajada que lentamente se va transformando en mueca,
en dolor…
El proceso de maquillaje continúa.
Ahora su otro lado del rostro se acentúa masculino. Una perilla del mismo tono
azul de su cabello esté creciendo, se va construyendo pelo a pelo. Es la
respuesta de la maquilladora a una petición de la artista: ¿Puede usted
ayudarme a ser más hombre?
Una vez culmina el proceso de
maquillaje, el performer se incorpora de su asiento y dirigiéndose a todos y a
ninguno en particular pregunta con un grito desgarrador ¿Qué significa ser hombre?
La pregunta se reitera en varias
oportunidades.
Se acerca a una de las presentes y la
interroga ¿es fácil ser mujer?
Gira sobre los enormes tacones y se
dirige a uno de los espectadores, le pregunta ¿es fácil ser mujer?
Las respuestas se cruzan una y otra
vez, para algunos ser hombre es fácil, para otros es difícil. Igual sucede con
las respuestas de las mujeres. Pareciera que hay una gran contradicción entre
las mismas mujeres, entre los mismos hombres, entre unas y otros…
Interroga a otra mujer ¿hombres y mujeres somos distintos?
Ella responde que sí. Que somos genéticamente
diferentes.
Velandia o Carmen, no sabemos quién
habla en ese momento, afirma. Nos
parecemos a los chimpancés en algo más del 98% de nuestra información genética
básica, un 1,5% nos separa del chimpancé, pero es mucho más pequeño aún aquello
que genéticamente nos diferencia a los
hombres de las mujeres.
Nuevamente la interroga ¿además de lo genético hay algo que nos
diferencie?
Culturalmente se nos asignan roles
distintos, es su respuesta.
Carmen o Velandia, afirma:
Aun desde antes de nacer se inicia la preparación… culturalmente se nos
hace masculinos o femeninos. No nacemos hombres o mujeres, nacemos machos,
hembras o intersexuales y la sociedad nos hace hombres o mujeres, pero algunos,
algunes, algunas, deciden romper con las ataduras del cuerpo y del género,
deciden por sí mismos transitar, llegar al otro extremo o quedarse en cualquier
punto de las infinitas posibilidades, haciendo de ese su destino.
Pero la sociedad, la cultura, nos niegan la posibilidad de construir
nuestro querer ser, quieren obligarnos a vivir el deber ser. La iglesia nos
declara pecadores; los equipos de salud nos declaran enfermos, hay que estar
enfermo, ser un, una disforia del genero para recibir tratamiento hormonal o
tener el derecho a reconstruir el cuerpo, para tener el que se desea, aquel con
el que se desea estar siendo; la ley nos hace delincuentes, hasta el punto de
que en más de 80 países se les castiga con la cárcel y en algunos de ellos
incluso con la muerte.
Velandia o Carmen pregunta a todos y a
ninguno mientras camina por la sala: ¿Tenemos
el derecho a ser hombres, a ser mujeres a ser lo que queremos estar siendo?
Unos minutos después regresa a la
exposición, mientras el público departe bebiendo una copa de vino. Ahora está
vestido en masculino pero su rostro aún sigue siendo mitad masculino, mitad
femenino.
Al fin y al cabo todos tenemos algo de
masculino, algo de femenino, algo de hombre y algo de mujer, todos amamos
hombres y amamos mujeres.Realizado en la Exposición fotográfica retrospectiva SexLand “los territorios de la sexualidad”, obra desarrollada por el fotógrafo Manuel Antonio Velandia Mora, en Alicante, España, en la sala de El Sótano CoWorking del 22 de agosto al 27 de septiembre de 2015.
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